“El dolor de espalda afecta a siete de cada diez ancianos y merma su autonomía”.
Alrededor del 70 % de la población de los países desarrollados padece dolor de espalda, causa importante de incapacidad y pérdida de calidad de vida entre quienes lo sufren.
Mejorar la incapacidad es especialmente importante entre las personas de edad avanzada pues la restricción de las actividades cotidianas que condiciona esta afección merma su autonomía personal y en ellos la reducción de la actividad física conlleva más fácilmente atrofia muscular y otras secuelas sobre su salud general, que a esas edades entrañan más riesgos y son más difíciles de recuperar.
Un reciente estudio de la Fundación Kovacs , evalúa la eficacia de tres tipos distintos de programas de educación sanitaria para mejorar el grado de autonomía y reducir el impacto de las dolencias de la espalda en las actividades cotidianas de los ancianos institucionalizados en residencias de la tercera edad.
1. En el primer grupo se transmitieron conceptos de higiene postural, enseñando cómo realizar las actividades cotidianas reduciendo la carga para la espalda.
2. En el segundo (educación activa) se enfatizó la conveniencia de evitar el reposo y mantener el mayor grado posible de actividad física -aunque hubiera dolor-.
3. En el tercer grupo se dieron consejos sobre salud cardiovascular, centrados en la conveniencia de mantener controlada la presión arterial. Este último se consideró un grupo control para determinar la mejoría inespecífica que podían sentir los participantes en el estudio por el simple hecho de participar en él.
Los resultados demuestran que el grado de incapacidad por dolor de espalda mejoró en los tres grupos ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ (incluso entre quienes recibieron las charlas sobre salud cardiovascular), pero que esa mejoría fue mayor en el que recibió las charlas de educación activa. Las diferencias a favor de ese grupo fueron estadística y clínicamente significativas, y siguieron manteniéndose seis meses después.
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Por el contrario, en comparación al grupo control las charlas de higiene postural sólo depararon una mejoría mínima y transitoria, que desapareció después de un mes.
Esto rompe la creencia previa de que la higiene postural es el aspecto esencial de las campañas de prevención y educación de las dolencias de la espalda entre los ancianos, en el que de hecho se han basado la práctica totalidad de las campañas realizadas hasta ahora.
Sin embargo, establecer programas de acondicionamiento físico en las personas mayores es más difícil que en los adultos debido a:
I. El estado de salud y condición física.
II. Las enfermedades o alteraciones asociadas a la edad avanzada.
III. El grado de entrenabilidad de las personas mayores.
IV. Parece que pueden existir diferencias entre mecanismos centrales y periféricos: en los jóvenes la mejora del consumo de oxígeno podría deberse a una mejora de la función cardiaca mientras que en los abuelos sería consecutiva a una mejora de la capacidad oxidativa.
V. Los estudios relacionados con el entrenamiento de fuerza parecen demostrar que en los abuelos pueden mejorar su nivel de fuerza al incrementar el tamaño de las fibras musculares: las fibras rojas alrededor de un 33.5 % y las fibras blancas un 27.6 %.
VI. El hecho de ser una población de riesgo. Parece inexcusable el examen médico previo. Otro aspecto importante es la condición física de la persona mayor.
En función del examen médico y de las pruebas de condición física realizadas, podemos tener datos que nos permitan clasificar a los sujetos y emplearlos como criterio inicial para constituir el programa.
En la siguiente entrada seré mas concreto y explicaré como se debe entrenar.
Natxo Ruiz de Alegría
Diplomado en EF
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